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domingo, 19 de mayo de 2013

El periodo de adaptación y las familias

    El periodo de adaptación es el camino o proceso mediante el cual el niño va elaborando, desde el punto de los sentimientos, la pérdida y la ganancia que le supone la separación, hasta llegar a una aceptación de la misma (Conde).
  La incorporación del niño al centro de educación infantil supone la salida de un mundo seguro y conocido que para él es la familia, para enfrentarse a algo desconocido que se refiere no sólo a nuevos espacios y personas, sino sobretodo a nuevos roles que deberá aprender a desempeñar.
   La manera en que el niño supere estos y retos y que resuelva los conflictos que le generen, va a tener trascendental importancia para su futura adaptación a la escolaridad obligatoria y, en general para su proceso de socialización.
    La separación de la familia genera en el niño ansiedad y angustia. Al no tener adquirida la noción de intervalo, surgen en él sentimientos de abandono que a menudo se manifiestan con expresiones de cólera y odio hacia la familia. La superación de estos miedos, a medida que va adquiriendo la seguridad de que la separación no es definitiva, permitirá al niño disfrutar de las experiencias y aprendizajes que la escuela infantil le ofrece. Esta conquista es fundamental para su autoestima y para su crecimiento personal.
    La adaptación, acompañado y apoyado por la familia y adultos de la escuela, es algo que el propio niño deberá elaborar, y por tanto no se tratará de una educación fija para todos. Los ritmos individuales deberán ser respetados y es importante que padres y maestros los acepten, pues pretender acelerar el proceso añadiría nuevas dificultades.
     De hecho, está recogido en el Decreto 67/2007 de 29 de mayo, por el que se establece el currículo de segundo ciclo de educación infantil en Castilla La Mancha. Éste deja claro, que será el centro docente el que programará el periodo de acogida del alumnado para favorecer la transición desde la escuela infantil o desde la familia a la nueva situación de enseñanza-aprendizaje. La organización de este periodo garantizará la incorporación de forma gradual, de todo el alumnado desde el inicio de las actividades lectivas.
    La entrada en la escuela, supone un cambio relevante para el alumnado. Este cambio afecta igualmente a las madres y padres y a la propia institución escolar; de sus expectativas y actitudes dependerá el éxito del proceso.
     El periodo de adaptación debe incluir un conjunto de actuaciones con la familia y con el alumnado dirigidas a aceptar y resolver de una manera natural y normalizada el conflicto que produce el cambio. En el caso de la familia estas actuaciones deben estar dirigidas a ofrecer orientaciones para: 
  • Asumir con naturalidad el proceso, reduciendo los temores, la ansiedad, la angustia, etc; creando en los padres unas expectativas positivas hacia la capacidad de adaptación de sus hijos e hijas.
  • Dar pautas para mantener comportamientos que contribuyan a dar seguridad y confianza, y prevenir las actuaciones más (problemas de alimentación, sueño, intentos de no ir al colegio...).
    Para ello, y siguiendo lo establecido en el currículo, la información se dará a las familias de forma anticipada en una reunión, que normalmente se lleva a cabo en el último mes del curso anterior una vez concluido el proceso de escolarización. Se trata de establecer un clima favorable de relación que favorezca la acogida.
     A comienzo del curso se concreta el proceso y se organiza el progresivo acercamiento a la nueva situación, mediante visitas con la familia al colegio y al aula. También se establecería un calendario de entrevistas individuales para completar la información y para conocer cómo se viene desarrollando el proceso de adaptación. Esta actividad debe organizarse durante el periodo previo a la incorporación del alumnado.

¿Quién se adapta?
     No sólo el niño se tiene que adaptar a esta nueva situación, la familia y especialmente la madre (o la persona a la que más apego tiene el niño), también debe adaptarse. La manera en que ésta viva la separación, sus sentimientos de angustia, de inseguridad y culpabilidad, o por el contrario de tranquilidad y confianza influirán en la adaptación del niño al centro de educación infantil.
     Los casos previos de la familia con la escuela son de fundamental importancia para la adquisición de esa confianza y seguridad de los padres en la institución a la que van a confiar a su hijo.
    También la escuela y los docentes deben disponer en su organización y estructuras la flexibilidad y la capacidad de adaptarse a cada individualidad, a las costumbres y ritmos que cada niño trae para que los cambios y la aceptación de ritmos colectivos sean graduales y progresivos y faciliten así su adaptación.
     El papel de las familias y maestros/maestras en este proceso no consiste en evitar al niño el conflicto y los sentimientos que acarrea, sino en ayudarle a superarlos.
     Para valorar la terminación del proceso de adaptación, Conde considera que un niño está adaptado cuando es capaz de intercambiar experiencias, cuando habla y aporta datos de los diferentes ambientes. cuando ofrece y acepta una comunicación afectiva, cuando puede expresar afecto, rechazo en su contacto con el educador/a, es decir, cuando se siente lo suficientemente seguro como para mostrar su mundo emocional y su malestar no es tan intenso como para impedir el poder recibir afecto y aportarlo. Cuando esto ocurre, en general, se hace también evidente una mayor independencia con respecto al maestro, incorpora los objetivos de la clase, utiliza con más facilidad el espacio y se integra en el grupo de niños.


El papel del maestro en el periodo de adaptación
    El maestro debe acompañar al alumno y disponer de los medios para que pueda descubrir sus propios recursos y alcanzar así una seguridad distinta a la que le proporciona la familia. Si evitamos que el niño viva esta experiencia, evitamos que aprenda a manejar sus sentimientos e impedimos que adquiera la necesaria tolerancia a la frustración.
     El protagonista del periodo de adaptación es el niño. Los adultos facilitan o entorpecen en la medida en que se acepta y respeta al niño como es, o se le presiona y exige para que se muestre de acuerdo a una imagen prefijada de cómo debería comportarse.
    Es importante que el educador tenga una actitud receptiva, que se interese por la historia, los gustos y los sentimientos del niño, de forma que éste pueda sentirse único y valorado por un grupo numeroso. Debe mostrar disponibilidad y acercarse al niño, pero a la vez ha de saber esperar a que esté preparado para aceptar la relación que le ofrece sin violentarle con ningún tipo de coacción.
  Es función del educador planificar los recursos pedagógicos que pondrá en funcionamiento durante este periodo, para garantizar esa atención individualizada al menos en los primeros momentos.
    La incorporación escalonada de los niños al centro (organizada en grupos reducidos y de forma gradual), los contactos previos con los padres, la flexibilidad en los tiempos y oferta de experiencias, son algunas de las medidas que pueden tomarse para facilitar el periodo de adaptación.
   Es muy importante que en su planificación, el educador haya dispuesto una guía de observación adaptada a la edad del grupo, que le permita recoger la información necesaria para relativa a las actitudes y conductas de los niños en sus diferentes manifestaciones.

 

Fuentes de referencia:
-Ley 3/2007 de 8 de marzo de Participación Social en la Comunidad Autónoma de Castilla La ManCHA.
-Decreto 67/2007 por el que se ordena el currículo del segundo ciclo de educación infantil en Castilla La Mancha.
-CONDE,M (1989): Periodo de adaptación a la Escuela Infantil. Documentos y propuestas de trabajo. Plan Experimental de Educación Infantil. M.E.C  

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